Inevitablemente la lluvia esta presente en muchos días importantes de nuestra vida. Días que puede que quieras olvidar y se te haga completamente imposible olvidar. Hay otros que por lo contrario nunca querrás olvidar. Yo tuve un día de esos que nunca se olvidan, que te gustaría repetir una y otra vez.
Conocí a un chico que vivía en otra ciudad, lo cual hacía que las oportunidades de poder vernos fueran escasas. Pero un día vino, vino a verme. Yo conseguí salir de casa con una excusa que fue mi salvavidas. Mis amigas me cubrieron para que pudiera salir de casa y verle. Iba caminando con paso firme pero con los nervios en el cuerpo. Iba a verle por fin y mis expectativas de aquél día era que fuéramos él y yo, nuestro mundo. Cuando le vi no pude evitar sonreír estaba delante de mi pero los nervios podían conmigo. Me hubiera gustado besarle nada más verle, abrazarle, sentir que era mío pero algo no me dejaba. No sabía muy bien que hacer ni que decir asi que fuimos caminando por la ciudad mientras la lluvia nos iba empapando. Estaba agusto con él caminando, hablando de cosas sin sentido pero increíblemente graciosas. Nos reíamos de todo y yo intentaba acercarme a él, conseguir que me abrazara e ir caminando juntos sin separarme un centímetro de él. Pero él no se daba cuenta lanzaba indirectas pero no las recogía. Después de caminar un buen rato encontramos un sitio donde podríamos mojarnos menos. Seguimos hablando un rato pero él quería sentarse y yo por alguna razón no quería irme de allí. Así que me senté en el suelo y le invité a sentarse conmigo. Pensó que bromeaba pero hablaba totalmente en serio estaba deseando que se sentara a mi lado. Cuando se sentó un escalofrío me recorrió, le tenía donde quería pero no me atrevía a hacer lo que de verdad pretendía. Seguíamos hablando, estaba agusto pero el no se acercaba asi que apoyé mi cabeza en su hombro. Él paso casi de inmediato su hombro por encima mío. Me abrazaba y yo me sentía como en las nubes. Los suspiros me controlaban, ¿qué me pasaba? Era una sensación muy rara, difícil de explicar. Esos sentimientos me demostraban que estaba en el lugar perfecto con la persona adecuada. Después nos levantamos y nos apoyamos en una barandilla, mirando un amago de riachuelo que había. Volví a acercarme y me paso otra vez la mano por encima, pero yo ya no me conformaba con eso. Me abrazó, fuerte como nadie lo había hecho. Para mi todo aquello era raro. Por mi mente pasó esa idea, el beso. Los nervios podían conmigo, las palabras de una amiga retumbaban en mi cabeza ''Si sientes algo es porque le quieres de verdad, si no sientes nada no es para ti'' El me daba besos en la mejilla, era tan dulce como siempre. Me aparté un poco y le mire a los ojos y dije una de esas frases que no se olvidan.
-Si estas esperando a que te bese me da demasiada...
En ese momento me besó y fue cuando me di cuenta de que esa extraña sensación era porque yo no era dueña de mi misma, era él. Sentí cosas que solo puedo describir como mariposas (nuestras libélulas) en el estómago. Y aquél día fue el día más feliz de mi vida e hice lo más difícil para mi, despedirme de él hasta la próxima vez que pudiéramos vernos. Esta historia no acaba aquí