jueves, 31 de mayo de 2012

NUNCA OLVIDARE AQUEL DÍA DE VERANO

El sol lucía tranquilo sin la compañía de ninguna nube, cielo completamente despejado. Los rayos de sol atravesaban la ciudad de punta a punta. La playa estaba abarrotada de punta a punta, entré con mis amigas y nos colocamos no muy lejos del mar. Todas colocaron sus toallas y se quedaron en bikini, yo las imité. Me tumbé en mi toalla de flores azules en distintos tonos frente al mar. Decidí echarme protección solar y tumbarme. El sol lucía con mucha fuerza. Me fije en el horizonte parecía que los acantilados lejanos temblaban, en el mar se reflejaban las rayos de sol. Dos niños pequeños pasaron por delante de mí correteando y me tuve que incorporar para poder sacarme la arena de los ojos. Mis amigas permanecían tumbadas pero yo no aguantaba más tiempo tumbada tomando el sol. Miré a mí alrededor, la playa estaba llena de todo tipo de gente. 
Desde padres ayudando a sus hijos a hacer castillos de arena mientras las madres leían revistas hasta jugadoras de voley-playa con sus redes. 
Me fije específicamente en un campo de voley-playa en el que estaban dos parejas femeninas a las que había visto en algún periódico. Una de las parejas había ganado un campeonato de España.
 A escasos metros había un grupo de chicos mirándolas embobados. Conocía a varios de ellos. Veo a uno de ellos levantarse mirando hacia la entrada. Miré hacia la entrada de la playa deseando que no gritara un nombre, pero le gritó. El corazón se me aceleró en cuanto lo gritó.
 Una de mis amigas me miró para comprobar mi estado de nerviosismo y con su mirada confiada me tranquilizó pero de momento…
Después ÉL me miró y me guiñó un ojo. Me quedé estupefacta, llevaba algunos días comprobándole distinto y cada vez  entendía menos su comportamiento. ÉL estaba pasando delante, cuando ya iba a pasar de largo se detuvo. Para mi total asombró nos ofreció a mis amigas ir con ellos, como no teníamos nada mejor que hacer accedimos. Una de las pistas de voley-playa se quedó libre y entramos todos a jugar. Aquello parecía una completa odisea había ocho personas en cada campo, apenas había espacio para moverse. Los chicos estaban haciendo todo tipo de cosas graciosas para hacernos reír y funcionó. Nunca me había reído tanto.
A una de esas ÉL me preguntó que si podíamos hablar un minuto. Sus ojos estaban centrados en los míos con total interés. Estaba totalmente acelerada, incluso tartamudeaba y a duras penas acepté. Me llevó a un sitio más apartado, no sabía que sentir, estaba totalmente emocionada y con miedo de que no me dijese lo que quería oír.
Eché un último vistazo a la playa, las horas se notaban, ya no había tanta gente al principio y lo que más se podían ver eran parejas. Uno acurrucado en el otro, una escena muy romántica. Dejé de mirar a la playa y le miré a ÉL, me fascinaba en todos sus aspectos. Su robusto torso, sus brazos tan musculazos y sus preciosos ojos verdes.
Él empezó a hablar:
-Tenía muchas ganas de decirte esto pero nunca he encontrado el momento. Me encanta la forma en la que miramos, tu sonrisa me hipnotiza y no puedo verte triste sin que me embarguen unas terribles ganas de abrazarte. Tú me gustas y ya no aguanto más sin saber si no te gusto.
-¿Enserio te gusto?
-¿Bromeas? Me vuelves completamente loco.
ÉL me cogió las manos me miró a los ojos, sentía un magnetismo increíble hacia Él cada vez nos íbamos acercando más. Yo sabía el resultado y lo deseaba con muchas ganas. No sabía si lanzarme ya o esperar, menos mal que se lanzó ÉL. Agarró suavemente mi cintura y poso suavemente sus labios en los míos. Ese beso fue perfecto en todos sus aspectos: el lugar, el momento, el tiempo…  Todos los factores lo hacían perfecto. Volví donde estaba todo el mundo con ÉL de la mano. Mis amigas se sorprendieron y se alegraron a la vez. Ese día empece a salir con ÉL como novia aunque todo el mundo se lo imaginaba que tarde o temprano acabaríamos juntos.
Aquel día fue que empezó como algo incluso malo fue el principio de un feliz para siempre.
Nunca olvidaré aquel día de verano.

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