Me senté en el muro frente al mar. La brisa marina zarandeaba mi pelo, mis lágrimas caían sobre las rocas. Aquel paisaje era tan bonito pero lo que me faltaba era
que él estaría conmigo sentado...
Al poco tiempo llegó.
- ¿Te pasa algo Sara?
- No.
-Pues a mí si no me pasa nada no lloro.
Le miré a los ojos, no aguantaba más tiempo siendo su amiga solo quería gritar un: Te quiero. Pero no tenía suficientes agallas para decírselo.
- Es que yo soy así de tonta que lloro por todo...
-No eres tonta Sara.
-Si tú lo dices...
-Yo digo mucho pero a veces ignoras a demasiada gente y ahora lo estás haciendo.
-¿Sí? ¿Como cuándo?-Ignoras completamente como te mira Raúl.
Raúl era su mejor amigo, alguna de mis amigas ya me dijeron que yo le gustaba a él pero no pensé que fuese cierto. Aunque me enfureció que justamente, él, me dijera eso.
-Creo que en eso no eres el más indicado para hablarme, déjame ya.-No te dejaré hasta que te expliques.
Me agarró del brazo evitando que me fuera.
-Ni lo entiendes ahora ni lo entenderás nunca.
-Normal, porque no me lo explicas.
-Porque no puedo...
-Mírame a los ojos y dímelo.
Levanté la mirada del suelo y la fijé en sus ojos. Sus ojos eran lo más bonito que nunca puedas imaginar, eran azules como el cielo y brillaban como perlas. Bajé un poco la mirada hacia sus carnosos labios, por los cuales pagaría por probar.
-Todo sería más fácil si fueses más observador.
-Igual es que lo soy pero me quiero asegurar.
-¿De qué te quieres asegurar?
-De que creo saber por qué no eres capaz de mirarme durante siete segundos seguidos a los ojos, de por qué me evitas como si tuviera la lepra, de por qué no quieres hablar conmigo. Sé que no te caigo bien pero...
-¿Me tomas el pelo?-Él me miró con cara de incrédulo.Pensé que sería más listo... esperaba que después de esa conversación nada cambiara pero si cambiase al menos sería tras decirle todo lo que debía.-Si no soy capaz de mirarte a los ojos es porque si te miro a los ojos, lo único que soy capaz de pensar es en cómo me gustaría verme, siempre, reflejada en ellos. Si te evito es porque cuando estoy cerca de ti, mi corazón se acelera y pierdo el control de mi cuerpo. Si no quiero hablar contigo es porque no quiero que me digas lo mucho que te gusta otra chica. No te odio, te quiero.
Ya no podía más, me sequé las lágrimas e intenté levantarme. Esperaba que él intentase detenerme pero no fue así. Volví a romper a llorar en lo que caminaba.
-¡Ah! Hola Raúl.
Intenté forzar una sonrisa o aparentar mostrar un poco de interés pero no lo conseguí.
-Sara, no te voy a mentir. He escuchado la conversación y...
-Me vas a decir que soy una tonta, lo sé pero si no se lo decía reventaba.
-Te equivocas, te iba a decir que me encantaría que me vieses como a Marcos pero como sé que eso no es posible, que eso no se escoje, que se siente y no hay más.Bueno, a lo que venía, quiero que sepas que estoy para lo que necesites.
-Gracias.-Volví a mirar hacia el suelo. Él me levanto la cara con su mano, muy suavemente.
-Sara, no estoy aquí por cumplir, ni para aprovecharme de que estés mal, lo que pasa es que no me gusta verte así. Aunque él sea mi amigo es un completo idiota por no ver que vales mucho. Tú me importas y lo que quiero es que estés bien.
Me lancé a sus brazos, cosa que le dejó impresionado.
-Raúl, enserio muchas gracias. Eres el mejor... sabes siempre como animarme pero ahora me voy a ir a casa que es lo único que quiero.
-Mañana te vienes, ¿no?
-Claro, adiós.
-Hasta mañana.