jueves, 31 de mayo de 2012

Mi decisión que se convirtió en mi maldición



Me levanto por la mañana sin ningún tipo de pereza. Tengo ganas de llegar a clase para verle ¿A quién? Al chico más especial jamás imaginable. El chico 10 ni más ni menos. No tiene ningún defecto menos que no es capaz de ve que estoy ahí pero pasando eso por alto… lo dicho, ningún defecto.
Me empiezo a vestir, me decido por unos pantalones cortos verdes, una camiseta básica de tirantes rosa fucsia y unas sandalias de tiras verde, rosa y amarilla.
Me había convencido, en cuanto le vería le iba a decir lo mucho que me gustaba.
Comienzo a alisarme el pelo, me pongo unos pendientes rosas y finalmente me coloco el reloj.
Salgo de mi casa pensando únicamente en la mejor manera de decírselo. Mi pensamiento es el mismo una y otra vez. Ando despistada y tropiezo sola hasta el punto de que casi me caigo al suelo pero un amigo de mi chico 10 me ayuda a no caer.
Llego a clase y confieso mi intención a mis amigas. Intentan que las cuente lo que tengo preparado para él pero no pueden.
Empieza la primera clase y él no está. El profesor ya está sentado cuando llaman a la puerta, era él. ‘‘Menos mal porque hoy no podía faltar’’ pensé. El profesor le deja entrar en clase, se sienta dos filas más adelante que la mía. Parece que anda a cámara lenta hasta que por fin llega a su silla. La clase comienza, para mi total decepción el profesor está hablando durante toda la hora. ¿Es eso posible, estar una hora entera sin parar de hablar? Pues resulta que en mi instituto sí, que desesperación. Pero las constantes miradas con mi chico 10 me servían para soportarlo. Finaliza la clase, todo el mundo se va al gimnasio rápidamente, él sale antes que yo y no tengo tiempo para hablar con él. Aunque no me preocupa la mañana va viento en popa.
En gimnasia no hacemos nada en especial, los chicos juegan a fútbol y las chicas nos escabullimos poco a poco hacia los vestuarios. Ya sabía cuando se lo iba decir, después del recreo.
En el recreo aproveché para ir a comprar gominotas y un paquete de chicles. Vuelvo a clase normal y sonriente porque en esa clase me toca sentarme junto a él.
La profesora llega nos manda sentarnos, escribe algunos ejercicios para realizar en la pared y se sienta mientras lee una revista. Estoy escribiendo cuando oigo un susurro en mi oreja diciendo ‘‘ me gusta mucho tu pantalón’’, era él. Se lo iba a decir pero una de mis amigas me interrumpió con una nota. No me apetecía leerla pero mi amiga estaba detrás y no dejaba de darme patadas en la silla, así que accedí a leerla.
No le digas nada porque antes ha pedido salir a Carla
Rompí la nota en cuanto la leí y miré hacia el lado contrario del que estaba él. Él no sabía que me pasaba y se comportaba normal, como un amigo pero en ese momento me di cuenta de que yo jamás podré ser su amiga. Intenta darme conversación pero yo le corto, no me apetecía hablar con él y solo esperaba que la hora terminase lo antes posible. Para mi desgracia él me pregunto la pregunta que más me podía costar  responder: ¿Te pasa algo?
Intenté hacer como si no le hubiese oído pero me golpeo con un dedo en la espalda. Me lo volvió a decir y yo le tuve que responder que me dolía la cabeza aunque en realidad lo que me dolía era el corazón. Saber que la persona a la que quieres, quiere a otra persona.
Se preocupa por mí y pregunta que si quiero llamar a mis padres pero rechazo las ayudas. El resto del día permanezco ausente en las clases pensando la suerte que tiene Carla de salir con él. Lo peor es que él y yo somos amigos y creo que no podré soportar nunca ver como besa a otra chica que no soy yo.

NUNCA OLVIDARE AQUEL DÍA DE VERANO

El sol lucía tranquilo sin la compañía de ninguna nube, cielo completamente despejado. Los rayos de sol atravesaban la ciudad de punta a punta. La playa estaba abarrotada de punta a punta, entré con mis amigas y nos colocamos no muy lejos del mar. Todas colocaron sus toallas y se quedaron en bikini, yo las imité. Me tumbé en mi toalla de flores azules en distintos tonos frente al mar. Decidí echarme protección solar y tumbarme. El sol lucía con mucha fuerza. Me fije en el horizonte parecía que los acantilados lejanos temblaban, en el mar se reflejaban las rayos de sol. Dos niños pequeños pasaron por delante de mí correteando y me tuve que incorporar para poder sacarme la arena de los ojos. Mis amigas permanecían tumbadas pero yo no aguantaba más tiempo tumbada tomando el sol. Miré a mí alrededor, la playa estaba llena de todo tipo de gente. 
Desde padres ayudando a sus hijos a hacer castillos de arena mientras las madres leían revistas hasta jugadoras de voley-playa con sus redes. 
Me fije específicamente en un campo de voley-playa en el que estaban dos parejas femeninas a las que había visto en algún periódico. Una de las parejas había ganado un campeonato de España.
 A escasos metros había un grupo de chicos mirándolas embobados. Conocía a varios de ellos. Veo a uno de ellos levantarse mirando hacia la entrada. Miré hacia la entrada de la playa deseando que no gritara un nombre, pero le gritó. El corazón se me aceleró en cuanto lo gritó.
 Una de mis amigas me miró para comprobar mi estado de nerviosismo y con su mirada confiada me tranquilizó pero de momento…
Después ÉL me miró y me guiñó un ojo. Me quedé estupefacta, llevaba algunos días comprobándole distinto y cada vez  entendía menos su comportamiento. ÉL estaba pasando delante, cuando ya iba a pasar de largo se detuvo. Para mi total asombró nos ofreció a mis amigas ir con ellos, como no teníamos nada mejor que hacer accedimos. Una de las pistas de voley-playa se quedó libre y entramos todos a jugar. Aquello parecía una completa odisea había ocho personas en cada campo, apenas había espacio para moverse. Los chicos estaban haciendo todo tipo de cosas graciosas para hacernos reír y funcionó. Nunca me había reído tanto.
A una de esas ÉL me preguntó que si podíamos hablar un minuto. Sus ojos estaban centrados en los míos con total interés. Estaba totalmente acelerada, incluso tartamudeaba y a duras penas acepté. Me llevó a un sitio más apartado, no sabía que sentir, estaba totalmente emocionada y con miedo de que no me dijese lo que quería oír.
Eché un último vistazo a la playa, las horas se notaban, ya no había tanta gente al principio y lo que más se podían ver eran parejas. Uno acurrucado en el otro, una escena muy romántica. Dejé de mirar a la playa y le miré a ÉL, me fascinaba en todos sus aspectos. Su robusto torso, sus brazos tan musculazos y sus preciosos ojos verdes.
Él empezó a hablar:
-Tenía muchas ganas de decirte esto pero nunca he encontrado el momento. Me encanta la forma en la que miramos, tu sonrisa me hipnotiza y no puedo verte triste sin que me embarguen unas terribles ganas de abrazarte. Tú me gustas y ya no aguanto más sin saber si no te gusto.
-¿Enserio te gusto?
-¿Bromeas? Me vuelves completamente loco.
ÉL me cogió las manos me miró a los ojos, sentía un magnetismo increíble hacia Él cada vez nos íbamos acercando más. Yo sabía el resultado y lo deseaba con muchas ganas. No sabía si lanzarme ya o esperar, menos mal que se lanzó ÉL. Agarró suavemente mi cintura y poso suavemente sus labios en los míos. Ese beso fue perfecto en todos sus aspectos: el lugar, el momento, el tiempo…  Todos los factores lo hacían perfecto. Volví donde estaba todo el mundo con ÉL de la mano. Mis amigas se sorprendieron y se alegraron a la vez. Ese día empece a salir con ÉL como novia aunque todo el mundo se lo imaginaba que tarde o temprano acabaríamos juntos.
Aquel día fue que empezó como algo incluso malo fue el principio de un feliz para siempre.
Nunca olvidaré aquel día de verano.

miércoles, 30 de mayo de 2012

Él está enfrente me mira

En unos pocos segundos que me mira me da tiempo a:
Saber que me encanta su sonrisa. Que le miro a los ojos y me transporto a un lugar en el que el tiempo no corre. Para mí su sonrisa es el mayor sustento imaginable. Su sonrisa es cálida y muy agradable, como si de una brisa marina tratase me embarga por completo poniéndome los pelos de punta.
Noto su pupila clavada en mí mientras me examina de arriba a bajo. Esa sensación me gusta pero poco a poco percibo como mi piel va cambiando su color. Empiezo a sonrojarme, mi corazón empieza a latir muy fuerte. Las piernas me tiemblan, se me van y es cuando me doy cuenta de que yo no domino mi cuerpo porque lo domina él. Aparto un poco la mirada intentando disimular un poco y no sonrojarme. Quita la mirada, alejándola de mi y yendo hacia sus amigos, lo agradezco. Te veo reír y me molesta, no entiendo el motivo de esa risa. Me siento completamente tonta. Me odio a mi misma. Miro al suelo y toco mis mejillas, arden a ritmo del que se acelera mi corazón. Para cerciorarme del tono de mis mejillas pregunto a una amiga y me lo confirma, estoy completamente roja y me compara con un tomate cosa que no me hace demasiada gracia. Vuelvo a mirar donde estaba pero no le veo, muevo la cabeza de un lado a otro y al fin le encuentro. Va a irse con sus amigos. Pasan delante de mi, yo sigo sentada inmóvil. Pasan hablando y riéndo, de pronto me mira. Sigo sin comprender ninguna acción de su comportamiento. Mediante va pasando va moviendo la cabeza de acuerdo a mi posición. Pongo cara de sorpresa y cuando ya está alejándose gira su bello rostro para retomar la conversación con sus amigos.
Yo me quedo sentada haciendo un intento por recobrar la compostura pero el recuerdo de su sonrisa me lo impide.

Carla






Carla estaba frente a la carretera newyorkina, dispuesta a cruzarla cuando la sonó el móvil.
-Dígame.
-Hola Carla.
-Hola…
-No sabes quién soy, ¿me equivoco?
-Me suena mucho tu voz, pero no sabría  decirte cuál es tu nombre.
-Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos. Es completamente normal y lógico que no te acuerdes de mí.
-No me acordaré de ti, pero me tienes totalmente intrigada respecto cuál es tu identidad.
-Eso me alegra.
-¿Por qué?
-Porque así empiezo a cumplir mi propósito.
-¿Cuál es?
-Hacerte pensar en mí, tanto como yo pienso en ti.
-Pues eso no es justo.
-Ahora es a mí al que le toca preguntar el por qué.
-Porque tú sabes con quién hablas e incluso pensar o recordar a esa persona, es decir, a mí. Yo solo tengo una voz de hombre, agradable y amable en la que pensar.
-Mientras recuerdes mi voz.
-No quiero recordar una vos quiero recordarte a ti.
-Recordando mi voz podrás recordarme a mí.
-Si tú lo dices… será.
-Además es todo un honor que recuerdes mi voz como lo hacías antes. Agradable.
-¿Cuánto hace que me conoces?
-No me acuerdo del primer día, desde muy pequeños. Casi toda una vida, dicho de otra forma.
-Eso solo me reduce a unas cien personas.
-Poco a poco se reduce el número.
-¿Me vas a hacer preguntarte hasta saber quién eres?
-Te reservo todo mi tiempo, pero eso sería demasiado pesado para ti, así que, te lo ahorraré.
-Mejor porque de ser así sería eterno.
-Yo estaría dispuesto a escuchar tus suposiciones toda la tarde.
-¿Cuánto hace que no nos vemos?
-Pues, te estoy viendo ahora mismo, en este mismo instante.
-¿Enserio?
-Nunca miento.
-Lo siento pero no me fío.
-Normal no sabes quién soy.
-¿Cómo voy vestida?
-Llevas puesto un vestido que te llega hasta las rodillas. El vestido es de color verde pistacho y lo has combinado con unos zapatos y una chaquetilla de tu color favorito. Naranja. Aunque como hace calor la chaquetilla la tienes en la mano. Además te diré que me encantan tus gafas de sol. Como siempre vas fantástica, desde pequeña conjuntabas muy bien. Haber si adivino, los zapatos son diseño tuyo.
-¿Lo dudabas?
-La verdad es que no.
-Me sigue resultando muy difícil hablarte cercanamente sin saber quién eres. Es un poco incómodo.
-De momento lo estas haciendo muy bien. Te felicito.
-Gracias por mi mérito tan reconocido.
-Se me olvidaba decirte.
-¿Qué?
-Tengo un mensaje para ti.
-¿De quién?
-De tus amigas.
-¡Irene y Tamara!
-Sí, me pidieron que te diría una cosa.
-Dímelo, por favor.
-Tamara igual te visita en verano.
-¡Qué bien!
-En cuanto me lo dijo supe que te alegraría.
-Me conoces bien… ¿e Irene?
-Irene ha conseguido una beca y se ha marchado a Italia a estudiar historia romana.
-Como me alegro por ellas.
-¿Las echas mucho de menos?
-Mucho es poco. Pero también se extrañan a otras personas…
-¿Cómo quiénes?
-Echo de menos las gracias de Alberto, la mirada de Marcos, a mis padres… mi vida allí.
-¿Te volverías a España?
-No, estoy cumpliendo un sueño y este es el precio. Hay gente que me está ayudando a llevarlo mejor.
-¡Ya está bien de tanta conversación telefónica!
-¿Vas a colgar?
-¿A ti? Nunca. Quiero quedar contigo ahora mismo porque me apetece muchísimo mirarte a los ojos.
-Yo tengo muchas ganas de saber tu identidad.
-Igual te decepciona.
-Por lo que he hablado contigo, lo dudo.
-Eso espero… por favor si me ves y te quieres ir no lo hagas.
-Te prometo que no.
-Me fiaré.-dijo riendo.- ¿Ves el bar?
-¿Cuál de ellos?
-El que está a mano derecha.
-Sí le veo.
-Entra.
-Estoy dentro.
-Siéntate en la segunda mesa.
-Ya estoy sentada.
-Espérame ahí, ahora entro.







CUATRO AÑOS ANTES



Esta es la historia de una chica cuyo sueño era viajar o incluso mudarse con sus amigas al país de los sueños. Donde todo parece posible y las oportunidades se esconden por cada rincón. Desde pequeña con las canciones, películas, revistas…  parecía que todos los medios estaban alineados de tal forma que la llevarían a aquel país, Estados Unidos. O más concretamente a la ciudad de los sueños y libertad llamada Nueva York.
Ella quería viajar a ese país con ansias de triunfo y para hacerse un hueco en el llamado mundo de los famosos de cualquier forma, como modelo, fotógrafa, actriz…

Su gran punto fuerte era la moda, el diseño. Diseñaba camisetas, faldas, vestidos, abrigos y todo con estampados preciosos y colores perfectamente combinados. Tenía cuadernos y libretas rebosantes completamente de diseños y colores armoniosos. Ella pensaba que sus diseños no eran nada del otro mundo y los infravaloraba, pero no se puede expresar con palabras la perfección de esos dibujos.

Esta adolescente se llamaba Carla, tenía 14 años. Su melena castaña clara caía lisa por sus hombros hasta casi la cintura y su flequillo era totalmente rectilíneo. Sus ojos eran color caramelo y su sonrisa deslumbraba a cualquiera que la miraría. Y lo mejor es que su miraba conseguía inspirar un sensación de confianza y de felicidad.


/) /)
( o o)
(( )/ ( ) /
(o) (o)

martes, 29 de mayo de 2012

A la hora de decidir...

 Cada uno puede tomar decisiones distintas que otras personas por muchos factores. A mi me gusta valorar la posibilidad que tiene de cambiar en algo mi futuro. Ante cada situación sería bueno dejar la mente en blanco y pensar un poco en sus consecuencias porque los impulsos nunca salen bien (lo sé por experiencia). En lo que pensarás es en el cambio que te supondrá en ese instante, ERROR, lo que te puede parecer perfecto en el presente puede que después te cierres puertas y te marque un destino que en realidad no quieres. Aprovecha tus oportunidades, experimenta cambios poco a poco, escucha a la gente que te quiere porque es la gente que de verdad importa. La gente que estará ahí pase lo que pase. Mira a los lados y date cuenta. Si necesitas ayuda pídela, las madres siempre dan los mejores consejos.

La gente sí cambia

Eso de que la gente no cambia de repente. Hay gente que en una semana cambia mucho, y aunque pienses que no, solo me he remitido a ser una amiga y decirle la verdad sin rodeos, lo que pensaba. Porque ya no podía  ocultar más tiempo la verdad. Eso era demasiado fácil, ocultar la verdad pero a mi me gusta complicarme la vida, así que, digo a la gente lo que verdaderamente pienso, soy honesta y a cambio pierdes un amig@...
Lo peor es que la gente siempre te pide que les des tu opinión y que seas honesto con esa persona. Soy incapaz de ocultar la verdad y de decir a la gente lo que quiere oír, por eso creo que cada persona es incomprensible para el resto de la humanidad. Si te dicen que has cambiado no es por fastidiar, algún motivo habrá, piensa un poco, ¿para qué te hablarían en vano?
Una cosa es que tu rutina permanezca intacta y otra que tu forma de ser no haya cambiado.

No busques ser feliz y vive la vida

Porque muchas veces pensarás que nada puede ir peor, que lo único que desees es que llegue el día siguiente para buscar algún indicio de que la felicidad existe, que no es una mentira como otras tantas de la infancia.
Que la  felicidad no es un simple cuento de brujas malvadas que quieren que pensemos que se puede SER feliz. Y para hacernos creer eso se disfrazan de hadas y se meten en cuentos haciéndonos creer que a cualquiera se le puede aparecer el príncipe azul que te salvará de cualquier peligro o en el hada madrina que cumple deseos.
Yo no quiero quitar a nadie otra ilusión más solo me remitiré a decir que nadie debería buscar ser feliz y que se debería conformar con esos pequeños momentos de felicidad.
Gracias a nuestro lenguaje podemos distinguir fácilmente entre ser y estar

¿Por qué no puedo pensar en otra cosa?

Puede que el problema sea que me obsesiono, que lo pienso mucho y me rayo demasiado pero también puede ser que sea como alguna gente te dice de pequeño: si lo deseas con mucha mucha fuerza tus deseos se cumplirán. Aunque también puede que este sea el momento de pasar página y leer el siguiente capítulo y olvidar ya ``el problema´´ , pero resulta que por lo que parece ser ya me he acostumbrado a pensar minuto sí y minuto también en ello.
Mi vida ya no sería la misma sin hacerlo, si cuando estoy en la cama a punto de dormir no pensaría en que el deseo se pudiese hacer realidad o soñar con ello cumplido. También dicen que la esperanza es lo último que se pierde y yo pensaba que era muy impaciente pero veo que en realidad mi paciencia es infinita. Ahora estoy en la encrucijada de olvidar o seguir recordando.
Mi indecisión acabará mucho después de escribir esto, quizá esto me siente mejor al escribirlo y me pueda desahogar, de momento  funciona.
 Mientras busco respuesta a MI PROBLEMA, mientras espero a que el hada madrina de los cuentos se me aparezca y me ofrezca tres deseos. Pero no sirve.
Sigo con mi dilema ¿recordar o olvidar? ¿pasar o luchar más?
 Lo único que pretendo es intentar aclarar mis ideas tan revolucionadas y tan distintas unas de otras. Todo eso me está resultando más complicado de lo que pensaba.
 Yo pensé que sería coser y cantar pero el problema vuelve a estar en que cuando justo ya estoy dejando de pensar en ello los fantasmas del pasado vuelven expulsando a la idea de olvidar. Ese algo que sucede te lleva a empezar desde cero. Ahora volver a pensar en lo mismo una y otra vez hasta destrozar el poco cerebro que tengo.
Defino esto como maldición. Solo me queda buscar puntos de vista alternativos y es que no se que daría por ver un segundo por sus ojos por vagar un minuto por su mente, por saber lo que piensa de mi… y es que ese problema tiene nombre y apellidos. Es él única y exclusivamente la culpa de que no pueda pensar en otra cosa y quiero olvidar pero su mirada no me deja. Porque todo lo que siente al verle es algo indescriptible que me hace temblar en ocasiones y me doy cuenta que esa persona es la única incógnita que quiero resolver.
Me doy cuenta que me paso horas pensando en ese nombre en cuando su mirada cruza la mía y se me ponen los pelos de punta, me doy cuenta que con él es con la única persona con la que se me traban las palabras, me doy cuenta que quiero pensar que no me gusta pera intentar sufrir menos pero no funciona hay algo que falla.
Me encantaría que no me gustase porque sé que es algo totalmente imposible. Y eso también es el principal motivo de mi tormento. Sé lo que siento, me gusta pero no sé si esto pasará más allá de mí, mejor dicho, lo dudo muchísimo.